Dagda era famoso por sus dos posesiones más preciadas: un enorme caldero y un gran garrote. El caldero era tan grande que parecia no tener fondo, y se decía que cuando se servía una comida con él, nadie se iba a casa con hambre.
El garrote también era mágico, y uno de sus extremos podía matar a quien lo tocara. En el campo de batalla, cuando Dagda blandía su arma, los huesos de los enemigos caían como si fuera granizo. El otro extremo tenía el efecto contrario: podía revivir a los muertos.
En la fiesta de Samhain (Halloween), Dagda paseaba por la ribera del río Unius, en Connaught, cuando se encontró a una mujer que estaba lavando. Era Morrigan, la diosa de la guerra, que podía convertirse en un cuervo y que solía hechizar el campo de batalla con su impresionante presencia para cambiar el resultado de la lucha.
Dagda y Morrigan hicieron el amor junto al río, y ella le prometió darle a su pueblo la victoria en su próxima batalla y su protección eterna.
Los Tuatha Dé Danaan se vieron obligados a luchar contra sus rivales, los Fomhoire, por el poder de Irlanda. Se acordó la fecha de la batalla, pero los Tuatha Dé Danaan se dieron cuenta de que no estaban listos por lo que enviaron a Dagda al campo de los Fomhoire para lograr una tregua.
Estos accedieron, y para celebrarlo prepararon un banquete para Dagda. Sabían que le encantaban las gachas, y para burlarse de él prepararon suficientes para alimentar a un ejército y las metieron en un hoyo en la tierra. Luego le amenazaron con matarle si no se las comía todas.
Dagda tomó su cucharón y empezó a comerse las gachas. Cuando terminó, rebañó el fondo del bol y se quedó dormido mientras los Fomhoire se reían...
Será por unas pocas gachas....
Una "ligera" comida suspende de momento una guerra...
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