Según una antigua leyenda, los pájaros se reunieron en una magna asamblea para elegir al que había de ser su rey. Después de largas y complicadas deliberaciones acordaron que aquel que volara más alto sería su monarca.
Partían raudos los vencejos, se remontaban los buitres...
Muy pronto se difuminaron los mejores voladores en la pureza del azul. Gradualmente se fueron decantando posiciones, pero el águila real ascendía segura, más y más. Lentamente incrementaba su ventaja sobre los otros competidores, y con ella, la del minúsculo reyezuelo, que, amparado en su pequeño tamaño, viajaba sobre el águila.
Así pues, el dios Sol coronó al reyezuelo como soberano de las aves estampando en su cabeza un rayo solar. Desde aquel momento lucen los reyezuelos sus doradas crestas, símbolos de su condición.
Los atributos reales dan una nota de color a su verdosa capa. La falta de tamaño la suplen los reyezuelos con su desbordante vitalidad. Revolotean incansables entre las hojas, se zambullen en las masas de líquenes, casi siempre en lo alto de los árboles, perdida su ligereza en el claroscuro de las copas.
Para triunfar... hay que escoger bien el vehículo.
4 comentarios:
Que linda leyenda y que precioso pajarito! me encantó este post!
Un abrazo Luis!
muchas gracias por esta información y
hermosa ilustración. Un abrazo!
Leyenda amena y suave acorde al reyezuelo, que bonito que es???
Saludos
Delicioso post, amigo Luis, me ha gustado muchisimo conocer la historia del reyezuelo.
un abrazo.
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