También lo denominaron "fuego líquido" o "fuego griego" y fue el arma más temible y sorprendente del Imperio Otomano.
Se trataba de un fluido que ardía y se lanzaba en forma de chorro ardiente durante las batallas navales. Uno de sus mayores peligros era que no se apagaba con el agua, sino que ésta lo avivaba. No era la única de sus propiedades, ya que la mezcla también ardía sobre el mar, incluso bajo él.
La fórmula era secreta y continua hoy en día siendo un misterio, se supone que podía contener petróleo, azufre, cal viva, resinas, grasas, nitrato potásico y salitre.
Los otomanos lanzaban este cóctel a través de unos largos tubos instalados en sus embarcaciones. Cuando el líquido rozaba el agua entraba en ignición e incendiaba las embarcaciones enemigas, y a veces hasta las propias.
Se cree que fue inventado en el 670 por Kallinikos, refugiado cristiano sirio, aunque otros estudiosos consideran que más que inventarlo él, Kallinikos recibió su secreto de la Escuela Química de Alejandría.
Esta miniatura del siglo XI muestra como los otomanos utilizaban este arma.
Un "lanzallamas marino"... del siglo VII.
1 comentario:
¡Hola, Luis!
Si el ingenio humano para tratar de ganar guerras se hubiera puesto al servicio de la ciencia y en el descubrimiento de un método político que llevara a una verdadera igualdad social, este mundo sería realmente un paraíso.
Cordiales saludos
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