Fue en 1819 cuando Gericault expuso el que había de ser el cuadro que hiciera perdurar su fama y que fue su obra más importante, en la que el pintor puso todas sus esperanzas. Fue un gran cuadro de historia, de 4,91 x 7,16 metros, pero fiel a sus principios, de la historia de su momento.
El tema se lo proporcionó el naufragio de la fragata La Medusa, en las costas de Senegal, cuyos 149 naúfragos, de las 400 personas que llevaba, sufrieron una terrible odisea a bordo de una balsa durante doce días, al cabo de los cuales fueron rescatados por el Argos sólo quince moribundos.
El hecho causó fuerte conmoción en Francia y fue aprovechado por la oposición liberal para acusar al Gobierno de la restauración borbónica de negligencia, por lo que el cuadro alcanzó una dimensión política y provocó un gran escándalo público.
La preparación del cuadro fue muy laboriosa: mediante el interrogatorio de supervivientes, construcción de una maqueta reducida de la balsa por el carpintero que había hecho la misma, estudio de agonizantes y cadáveres y la realización de unos cincuenta estudios preparatorios preliminares al óleo, acuarela, pluma y lápiz...
El resultado es la unión de un poderoso realismo y de una gran imaginación creadora. Después de muchas reflexiones y dudas sobre el momento a representar, escoge el instante en que aparece el navío salvador en el horizonte y los naúfragos, desesperados, reaniman sus esperanzas, lo que le permite reducir el número de personajes y facilitar el carácter monumental de éstos.
La tensión surge por la oposición existente entre la dirección de la balsa, empujada por el viento y la mar hacia la izquierda, y el movimiento y atención de los naúfragos, que se dirige hacia la derecha, orientada hacia el navio salvador.
Los políticos de antes... más o menos, como los de ahora!