En la Via Veneto, una de las calles mas famosas de Roma, se encuentra el que podría ser el rincón más tenebroso de la ciudad:
La Cripta de los Frailes Capuchinos.
La Iglesia de Santa María de la Concepción es uno de los templos menos llamativos de los centenares que hay en la ciudad eterna, pero en él se encuentra la famosa Cripta.
El papa Urbano VII fue quien mandó construir este templo, era miembro de la poderosa familia de los Barberini y hermano de Antonio, que fue monje capuchino y después cardenal.
La iglesia la diseñó Antonio Casoni y se construyó entre 1626 y 1631, consta de una pequeña nave y algunas capillas laterales con algunas tumbas de santos y obras maestras famosas, como el Arcángel San Miguel, de Guido Reni.
El Arcángel Miguel, de Guido Reni, 1636
Lo más impresionante es lo que se encuentra en la Cripta. Allí se guardan los huesos de unos 3.700 frailes recogidos a lo largo de tres siglos hasta el 1870...
El subterráneo está dividido en cinco pequeñas capillas decoradas con las calaveras...
y algunos cuerpos de los religiosos momificados y vestidos con la túnica de la orden...

La Cripta es en realidad un largo pasillo dividido en 5 pequeñas capillas que representan temas diversos: La Cripta de la Resurrección, la Cripta de las Calaveras, la Cripta de las Caderas, la Cripta de las Tibias y Peronés y la Cripta de los tres Esqueletos.

El objetivo de la Cripta es ofrecer mensajes religiosos relativos a la muerte y a la resurrección con los materiales más pobres que existen: los huesos humanos.

Las imágenes son sobrecogedoras y la presencia de varios monjes y niños momificados crea una atmósfera densa y tétrica.
Si sois aprensivos... mejor ir a otro sitio!